Como todas las producciones de Steven Spielberg, Transformers está llena de innumerables efectos especiales y sorprendentes hazañas que nos mantendrán al filo de la butaca. La trama de esta tercera parte de la historia se remonta al 29 de julio de 1969, cuando el hombre pisa por primera vez la luna.
En la historia real cuando el astronauta Neil Armstrong pisa el suelo lunar hubo un momento en que se perdió la comunicación, situación que desde la versión de esta película la NASA utilizó para que los astronautas enviados revisaran los restos de una nave que había caído en la luna.
En Transformers 3 podremos ver cosas muy relevantes de las películas americanas, como fragmentos de videos donde el ex presidente Kenedy brinda algunos informes, dando algo de realismo a esta historia ficticia. Algo como lo que hizo Dan Brown en su libro “El Codigo Da Vinci”, donde en medio de una historia inventada utiliza elementos y sucesos reales para generar un mejor impacto en su público.
Un punto a destacar es cuando Megatron destruye la estatua donde Abraham Lincoln permanece sentado, desintegrando dolo la figura del ex presidente y postrándose en ella como próximo gobernante.
La trama de esta interesante película indudablemente cuenta con demasiadas imágenes de destrucción de las ciudades más importantes de Estados Unidos, y las escenas remarcadas en ellas inevitablemente remontan a nuestro subconsciente a los hechos sucedidos el 11 de septiembre del 2001, donde los derrumbes, la colisión y para algunos ciudadanos convertirse en héroes, son el objetivo principal. Aunque para otros es solo representa hacer su contribución altruista.
Las batallas de estos héroes robóticos, los impresionantes efectos de video y sonido, y el intento de unos cuantos por salvar el mundo, son una historia que ya hemos visto en diferentes filmaciones, pero que sin duda alguna, no deja de impresionarnos… o no dejan de meternos inconscientemente en el cerebro que cada uno de nosotros somos héroes y que podemos en nuestro entorno, hacer algo por rescatar lo que indudablemente muchos, consientes o no quieren destruir.
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Por Tonny Alemán
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